Los instrumentos expuestos son membranófonos de golpe directo, que producen sonido por la vibración provocada mediante golpes en una membrana o parche tenso sujeto a un resonador o a un marco.
En el caso de los bombos criollos y las huancaras aymara y quechua constan de un cuerpo de madera cilíndrico, con dos parches a manera de tapa, anillo y ataduras o tensores de cuero que se ajustan con anillos o presillas, regulando la tensión de los parches.
Los redoblantes o redobles, aunque derivan del tambor tubular, tienen actualmente el aspecto de un tambor de marco.
La caja (a la que se llama tambor en La Rioja o tinya en Jujuy) es un instrumento membranófono de marco, precolonial por su construcción, ya que reconoce como antecesor al tambor aborigen. Membranófonos de esta clase los había en la América Precolombina sin chirlera.
Con la caja se acompañan los cantos más arcaicos de nuestro folklore, para los que se ajusta el tamaño y sonido del instrumento: bagualas y vidalitas en la región precordillerana (Salta, Catamarca y La Rioja ), vidalas en los llanos (Santiago del Estero), tonadas en las ruedas de copleros en toda la Quebrada de Humahuaca (Jujuy), vidalas de comparsa (comparsas de indios de Salta).
Los materiales empleados para la construcción de estos instrumentos son:
Maderas:
Troncos ahuecados de ceibo, caspi zapallo, sauce, pacará o yuchan.
Terciados de cedro o guatambú, preparados para mejorar su acústica.
Cueros:
De cabra con pelo y sin pelo.
De oveja con lana.
De potro con pelo.
De jabalí, con pelo y sin pelo.
De corzuela con pelo.
Panza de vaca (membrana interna del estómago de la vaca).
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